EL FIN DEL MUNDO
Alma Nº 57
Ella, con los ojos entornados, casi que parecían estar cerrados, me miró. Y
gradualmente, como cuando se manipula el volumen de la televisión, creció una
sonrisa. Sí, quería que le preguntase, y así lo hice:
―¿Qué pasa? ―interrogué intentando, sin éxito, imitar su sonrisa.
‹‹Es imposible imitar su sonrisa›› pensé, alegrándome de mi fracaso.
―Nada ―respondió y miró al techo al tiempo que me agarraba con fuerza
los dedos de la mano.
―¿Qué te ocurre? ―Me preocupé.
―Nada. ―Volvió a mirarme―. Sé que muchas desearían llevarte al fin
del mundo. ―Decidió hablar lo que sentía―. Pero yo me conformo con llevarte
del lunes al domingo.
Era feliz...yo le hacía feliz...y ella a mí.
Mamá y yo no solíamos hablar mucho de papá desde que enfermó. Pero aquella
tarde, no sé qué pasó, pero pasó. Y la verdad es que no quiero contarlo todo. Me
voy a guardar la mejor parte.
―Papá hizo bien en ir detrás de la persona que entendería su locura…
literalmente ―le dije a mi madre esbozando una sonrisa.
Emilia me devolvió la sonrisa y perdió la mirada un instante en el
horizonte.
―Quédate con la persona que entienda tu locura, ¿verdad? ―dijo mamá
en voz baja, como hablando para sí misma esa frase que leímos una vez en un
libro de poesía―. ¿Sabes qué? ―continuó al tiempo que sus labios dibujaban
una sonrisa cargada de nostalgia.
La miré arqueando la ceja; sabía que era una pregunta retórica y me quedé
en silencio, expectante de escuchar lo que diría.
―Creo que es mejor encontrar a una persona que comparta tu locura, en
lugar de una que la entienda―. Hizo una pausa y pensó sus palabras―. Si estás
loca, un psiquiatra puede entender tu locura, o un médico…o cualquier persona
razonable; siempre desde la distancia…siempre desde el papel. ―Hizo otra
pausa al tiempo que se rascaba la nuca―. Pero…una persona que comparte tu
locura, la vive contigo. ―Se detuvo y me miró a los ojos esbozando una sonrisa
de satisfacción; llegó a una conclusión a la que no se esperaba llegar cuando
inició su discurso―. Tu padre no encontró en mí a una persona que entendiese
su locura…encontró a una compañera para el manicomio.
Bueno, os cuento la mejor parte. Aunque os parecerá una chorrada, y en verdad
lo es.
Mi madre me contó la frase que usó mi padre para ligar con ella.
¿Preparados? Os advierto de que es una estupidez, y que mi madre solo aceptó
porque le hizo partirse de risa. Aquí va. Esto dijo mi padre:
‹‹Guapa, ¿vienes así de serie? Porque me gustaría ver todas tus
temporadas››.
Ha quedado claro. Para tal loco, mi madre era la compañera de habitación
perfecta.
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